EL SECRETO DE LOS BRUJOS

 

      Cuenta la leyenda que en los fiordos y lagos del sur suele verse una embarcación blanca, tripulada por brujos o espectros. Es el Caleuche, capaz de hacerse invisible o navegar bajo el agua. Cuando alguien está desesperado, se asoma al mar o a un gran lago, y espera que la nave lo lleve en un viaje sin retorno. No se conoce el origen del mito, pero sí su ámbito geográfico: es una parte esencial del folclore de Chiloé, la gran isla austral con personalidad y mitología propia. En ningún otro lugar de Sudamérica la brujería ha echado sus raíces como allí; sus pueblos de palafitos han albergado –y quizás aún albergan- una sociedad secreta, la Recta Provincia, contra la cual se instauró un proceso judicial en 1880, conocido como “el Juicio a los Brujos de Chiloé”. La sentencia dictaminó lo siguiente:
   “Es una asociación secreta, compuesta en su mayoría de indígenas, y que tiene por objeto castigar a los que hacen el mal, con arreglo a sus leyes que nos son enteramente desconocidas, pero la pena común y más general es la muerte. Para hacer efectivas las penas tienen sus cabildos (como los nombran ellos) o corporaciones, y éstas nombran sus jefes para tal o cual parte con el título de “reparadores”, debiendo existir un rey de la “Recta Provincia” (con esto comprenden a todos los lugares donde existen miembros de esta ilícita sociedad) que está a cargo de la administración principal. Tienen además sus “curanderos” para aplicar remedios a alguna persona enferma y cobrar sus derechos por la curación. 
  Esto es lo más inhumano y terrible de esta sociedad de hechiceros, estafa, etcétera: se valen de venenos, que es la medicina más común para castigar a los que se muestran rebeldes a obedecer o pertenecer a la “brujería”, o para efectuar una venganza que cualquiera solicita, con tal que le den alguna recompensa en dinero. Hacen creer también a los ignorantes que quienes pertenecen a la sociedad pueden transformarse en seres irracionales, que pueden hacer muchos males a quienes se resisten a obedecer a sus jefes.”  
   Se trataba, pues, de una institución profundamente arraigada en la sociedad chilota, a la manera del vudú haitiano. El recinto principal de sus reuniones era la cueva de Quicaví, en el departamento de Ancud. Sobre este tema se han escrito libros enteros y no abundaré en ello. Sólo quiero enfocarme en el mito del Caleuche referido a esta sociedad de brujos; es bastante raro que se les atribuya poseer un navío mágico. En la Europa medieval las brujas no tenían una nave propia. Ni los sacerdotes vudú (ya que hablamos de ellos) la tienen. En cambio, los brujos de Chiloé parecen tener alguna vena pirata, pues el barco fantasma es su principal particularidad. ¿Porqué? Ningún estudioso de la brujería chilota lo ha explicado.
  A menos que… el mito del barco secreto haya nacido de viajes marítimos secretos. Si se rodeaban de sigilo las navegaciones a determinado lugar, el mismo barco usado en esos viajes ganaría fama de clandestino o invisible. Esta es mi hipótesis para el origen del mito. Y tal vez exista algún apoyo documental para ella.
                

                                      

                       
     
La entrada de García Belasco a los Césares  

 En los Monumenta Cartographica Indiana de Julio Guillén Tato existe una carta de la Patagonia fechada en 1764, donde se reporta un viaje inédito a los Césares. En efecto, el mapa muestra un río muy ancho o canal que atraviesa desde el Pacífico al Atlántico, y sobre él la leyenda “Camino y estero por donde entró Martín Belasco en busca de la población de Arguello”. En el margen del mapa dice lo siguiente:
  “Desde la Ysla de Chiloe fue a casar Martín García Belasco a espaldas de Guaitica halló esta laguna muy manza y muy buenos pastos que es bitam que se puede entrar 12 leguas más allá del quanto caminó Martín Belasco el rio arriba en busca de la Ciudad de los Reyes y llegó hasta la cerca de la laguna donde dicen está poblado el sr. Obispo Arguello que se perdió en el cabo del Purgatorio y caminó con sus familias 60 leguas al NE y se juntó con los naturales y se pobló en una Ysla y laguna en 46 grados se entiende sin duda que está ahí. Faltóle el bastimento y se volvió al desaguadero que sale a la otra mar tiene muchas corrientes”
   Hace notar el historiador Mateo Martinic: “Una noticia curiosa, amén de novedosa, ciertamente. Según la mencionada investigadora, el derrotero debió ser escrito en la segunda mitad del siglo XVII y copiado después con algunas adiciones. En buenas cuentas, este interesante documento da cuenta sumaria de una expedición de búsqueda de los Césares al mando del capitán Martín García Belasco, que partió desde Chiloé, desde lugar y fecha indeterminados, pero que debiera suponerse fue desde Castro y hacia 1650-1670, esto es, cuando se hallaba en su máximo vigor la fuerza de la leyenda, como se explica por las otras expediciones antes mencionadas. García Belasco entró a tierra firme “a las espaldas de Guaitica” o sea hacia 44º Sur, situación latitudinal coincidente con el estuario de Palena, que enfrenta a las islas Guaitecas, lo que sugiere que pudo ser el río remontado por el capitán, se ignora hasta dónde. Hasta aquí la información aparece indubitable.
   Más allá, es decir, a partir del supuesto cruce transcordillerano y la travesía transcontinental subsiguiente, ya se está en el campo del misterio. Una empresa semejante como la descripta habría llamado ciertamente la atención de las autoridades hispanas tanto en Chile como en el Río de la Plata, y de este modo, habría conseguido alguna fama perdurable. Pero no hay de ella más constancia que la leyenda que corre al pie del mapa que se ha mencionado, del manuscrito peruano. La remota situación geográfica fronteriza austral de los aledaños de Chiloé debió ser causa, así pensamos, de no pocas situaciones del género sobre las que nada se sabe hasta el presente.”   
   Es decir, pueden haber existido otros viajes incógnitos a los Césares desde Chiloé, de los cuales nada sabemos. Incluso algunos muy anteriores al referido, pues Castro fue fundada en 1567, apenas cuatro años después que Cobos y Oviedo llegasen a Concepción desde la Ciudad de los Césares. A fines del siglo XVI, sus ocho mil habitantes quedaron aislados del resto de Chile por la derrota de Curalaba, que despobló todas las ciudades del sur. Nadie conoce todas las navegaciones llevadas a cabo entonces, ni si algún capitán mantuvo escondido su derrotero.

 La ruta del Caleuche 

    ¿Hubo una comunicación marítima entre los Brujos de Chiloé y los Césares? ¿Y porqué no? Los indios conocían la ciudad perdida desde el siglo XVI, y la Brujería estaba conformada en su mayoría por indios. Ellos detentaban secretos que nunca revelaron a los españoles. Pueden haber incorporado a su secta gente versada en la marinería, y tener su propio barco, como dice la leyenda. Desde luego, no estoy en condiciones de afirmarlo. Pero el viaje entre Chiloé y el lago Carreras-Buenos Aires es posible, rodeando la península de Taitao hasta el golfo de Penas, y navegando luego por el  río Baker hasta el Bertrand, antesala del gigantesco lago… no es juego de niños, claro. Es una travesía heroica, digna de un barco encantado. 
   También se me ocurre otra idea: durante la colonia, Chiloé era el primer lugar habitado viniendo desde el sur. Los Césares pueden haber llegado hasta ahí, y fundado una sociedad secreta que andando el tiempo se convirtió en la Recta Provincia. Una especie de colonia disimulada entre la sociedad chilote, una avanzada camuflada. Sus miembros solamente –Césares de incógnito o indios- conocían el camino a la ciudad de la cordillera austral. Los viajes clandestinos hacia ella atravesando una geografía marítima y fluvial imposible darían origen a la leyenda del Caleuche.