LA BOLEADORA DE ORO


 


     Esta es una historia donde se mezclan la borrachera, la avaricia y la fiebre. Su protagonista es el cacique Papón, sucesor de Casimiro Biguá en el mando de los aónikenk. Durante sus últimos años, ya perdido su mando y dispersada su gente, habitó en una pensión de Punta Arenas. Vivía en la más absoluta pobreza, y con frecuencia andaba borracho. Si hemos de dar crédito a la nota publicada por el diario El Magallanes en sus ediciones del 22 de febrero y 7 de marzo de 1929, su última posesión era una boleadora dorada, que se suponía de bronce. La vendió a cambio de tres pesos fuertes, con los cuales pudo comprarse ropa nueva, incluyendo botas de potro, un sombrero y un pañuelo.
    Una vez en posesión de la boleadora, grande fue la sorpresa del comprador al comprobar que no era de bronce, como inicialmente creía, sino de oro puro. Entusiasmado, asedió a Papón con preguntas: ¿de dónde sacó el oro para hacer la boleadora? El cacique contó entonces su historia, según el diario El Magallanes:
   "Decía el señor R. (comprador de la boleadora) que Papón le había contado detalladamente, con señas y con palabras, la existencia de una ciudad aplastada por las lavas volcánicas de muy viejas erupciones. Además, erupciones recientes cubrían por completo los vestigios que hasta poco tiempo antes, mostraban vestigios evidentes de una ciudad sepultada. En el sitio indicado como planta de una ciudad, había el cacique Papón recogido el pedazo de oro usado para fabricar la boleadora.
    Esta es, a grandes rasgos, la historia que oímos al señor R., omitiendo de ella toda la fantasía contada por el Cacique,  por no tener valor histórico. Los gualichos, los brujos y duendes que vio Papón por aquellos lugares, es pura fantasía, material de comedia o de novelistas de bufete. Pero lo que no es fantasía ni material de novelista, es el hecho comprobado de haber allá en la comarca que señalaba Papón, un sitio que fue plantado con árboles frutales, y que son muchos los que han recogido frutas petrificadas."
   Aquí se imponen algunos comentarios. Papón murió en 1887; según el artículo, mencionó "erupciones recientes" que habían cubierto por completo los vestigios de la ciudad, que hasta poco tiempo antes eran visibles. En efecto, hay testimonios históricos de erupciones volcánicas unos diez u once años antes del fallecimiento del cacique: en 1876, lord Thomas Brassey y su esposa fueron testigos de una lluvia de ceniza procedente de la cordillera, mientras el yate Sunbeam surcaba el canal Messier en las proximidades de bahía Liberta (48º 50’). Dos años después, oficiales de la cañonera Omaha comprobaron actividad volcánica en la misma zona.
   Así pues, cabe pensar que Papón encontró la pepita de oro con la cual fabricó la boleadora antes de 1876, cuando las ruinas de la ciudad eran aún visibles. Años después volvió al lugar, y comprobó que había sido tapada totalmente por las cenizas volcánicas producidas por las recientes erupciones mencionadas por Brassey y los oficiales de la cañonera Omaha.
   El otro punto a considerar es la mención de árboles frutales en la comarca señalada por Papón -no se dice cuál es-, y la existencia de frutas petrificadas. Desde luego, la verdadera petrificación demora millones de años; pero un proceso distinto y muy rápido puede producirse en lagos y ríos ricos en carbonato de sodio, gracias al cual cualquier objeto sumergido en ellos queda recubierto con minerales. En todo caso, aquí nos interesan menos los fósiles que los frutales vivos, cuya localización no nos proporciona el autor del artículo.
  El dr. Mateo Martinic, quien presentó esta nota en una ponencia on line, supone que Papón confundió con una ciudad las formaciones naturales de las Sierras de los Baguales, al sur del lago Argentino... a mi entender, esta conjetura no tiene fundamento alguno. Si empezamos a tergiversar lo que dijo nuestro único testigo, no tendremos posibilidad de encontrar una verdad cualquiera. Papón habló de una ciudad en ruinas, según la nota de El Magallanes; y sólo sabemos de una población antigua en su radio de acción, que abarcaba la actual provincia argentina de Santa Cruz. La gente del cacique estaba poblada a orillas de río Chico, cuyas nacientes quedan a escasos cincuenta kilómetros del lago Posadas-Pueyrredón, donde Cobos y Oviedo situaron la población de Arguello. Este lugar fue cubierto indudablemente por las cenizas volcánicas en 1876 y 1878, por lo cual concuerdan todas sus características con la descripción del jefe aónikenk.
    Sugestivamente, a orillas del lago Pueyrredón desemboca un Río Oro. Y no se llama así por casualidad, un estudio mineralógico afirma que en ese río hay un yacimiento polimetálico de oro y plata sedimentarios, oro en pepitas fue encontrado ahí, por eso le pusieron ese nombre al río. Ahora me pregunto... si los españoles no poblaron precisamente en ese lugar porque los indios les mostraron oro nativo, y vieron que podían extraerlo...
¿Habrá Papón encontrado la pepita con que fabricó su boleadora de oro entre las ruinas de la Ciudad los Césares?